El hecho de que muchos criadores de perros sigan insistiendo en cortar las colas a sus perros cachorros de pedigrí, a pesar de la hostilidad cada vez mayor de un amplio y creciente sector de críticos, requiere alguna explicación. ¿Quién comenzó tan extraña práctica y por qué esta forma particular de mutilación se cree necesaria o agradable? Ante todo, ¿qué es exactamente cortar la cola? Se trata de la eliminación quirúrgica de toda o parte de la cola del perro, por lo general realizada con un par de tijeras aguzadas cuando el cachorro tiene sólo cuatro días. La piel de la cola es sujetada con fuerza por encima del punto en que la cola va a ser cortada, y se pega hacia el cuerpo del cachorro para que, una vez realizada la amputación, exista un leve excedente de piel que caiga hacia atrás, cubriendo el extremo del muñón.
Esto reduce la hemorragia y acelera la cicatrización. La perra es apartada de las proximidades de la operación para que no oiga los gritos de sus cachorros. Una vez les han cortado las colas, los pequeños regresan con la madre y, en la mayoría de los casos, les lame los muñones y luego los deja para que sigan mamando. En algunas raras ocasiones, los cachorros mueren del shock o por una hemorragia excesiva; pero la mayoría sobrevive y muy pronto siguen chupando de las tetas.
Se ha estimado que, en Gran Bretaña, en los últimos tiempos, se les corta la cola cada año a cincuenta mil cachorros; a pesar de la oposición de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, que ha hecho una activa campaña para que se declare ilegal esta operación; del consejo del Real Colegio de veterinarios cirujanos, que describe el hecho de cortar la cola como «una mutilación injustificada»; del Consejo de Europa, que insiste en la actualidad en la prohibición de las operaciones «no curativas » en los perros, y del gobierno británico, que respalda la declaración del Consejo de Europa.
Se ha estimado que, en Gran Bretaña, en los últimos tiempos, se les corta la cola cada año a cincuenta mil cachorros; a pesar de la oposición de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, que ha hecho una activa campaña para que se declare ilegal esta operación; del consejo del Real Colegio de veterinarios cirujanos, que describe el hecho de cortar la cola como «una mutilación injustificada»; del Consejo de Europa, que insiste en la actualidad en la prohibición de las operaciones «no curativas » en los perros, y del gobierno británico, que respalda la declaración del Consejo de Europa.
En este asunto se hallan implicadas más de cuarenta razas, desde el grande y antiguo pastor inglés hasta el diminuto terrier Yorkshire.
¿Para que le cortan la cola a los perros?
La razón dada por los criadores de perros para continuar su «bárbara costumbre», como se definió ya en 1802, es que los cánones de los concursos de los perros en cuestión exigen las colas cortadas y que sin este rasgo especial sus cachorros jamás tendrían la menor oportunidad de convertirse en unos valiosos campeones. Bajo la renovada presión del comportamiento animal para cambiar esta situación, un club oficial de jaurías ha declarado hace poco en público que el corte de la cola debería declararse voluntario y que no había que penalizar a los canes en ninguna exposición por tener la cola completa, sin tomar en consideración los cánones de los concursos.
Por lo tanto, las razones usuales de la moda, la belleza y la configuración de la raza, ya no van a encontrar respaldo oficial ni siquiera de las autoridades rectoras de los concursos de perros, dejando arrinconados a los impenitentes grupos de presión que pugnan por seguir seccionando las colas de los perros.
En su desesperación, han buscado otros argumentos en favor de que se les corte el rabo a los canes. Durante un debate público, dos criadores de perros expusieron su opinión de que la costumbre de cortar la cola prevenía del deseo de evitar que sus perros se hiciesen daño en ella durante el transcurso de las peleas que pudieran tener a lo largo de sus vidas. Esto es como argumentar que a los hombres habría que cortarles los pies de jóvenes en previsión de que alguna vez pudieran romperse el dedo gordo.
¿A partir de que edad se le puede cortar la cola a un perro?
Otro argumento que se esgrime con la mayor seriedad es que los perros de labor pueden cortarse la cola al pasar bajo la maleza. Un cirujano veterinario describió esta excusa como un «fatuo disparate»; pero, a pesar de su ilustre comentario, dicho alegato tiene ya una larga historia. En el pasado, cuando era más probable que los perros tuviesen que ganarse su sustento, se sostenía de manera general que los canes salían beneficiados al tener por cola un muñón. Solía afirmarse que los terriers, el mayor grupo de perros con la cola cortada, se ahorraban el horror de que las ratas le mordieran sus apéndices cuando entraban en acción como controladores de la peste. Esto no era más que una fantasía; pero nadie la puso en tela de juicio durante muchos años.
Dado que, en un tiempo, los canes de labor se encontraban exentos del impuesto que gravaba a los perros compañeros, a algunos infortunados animales les cortaban la cola, simplemente, como un medio para ahorrarse los impuestos. En los tiempos en que esto se hallaba muy extendido, la mayoría de los pueblos tenían su «cortador de colas», que, por unos pequeños honorarios, mordía el rabito del cachorrillo y se lo cortaba con los dientes.
Resulta difícil comprender cómo alguien ha podido concebir alguna vez la excéntrica idea de amputarles la cola a los perros. ¿Cómo se originó? La mayoría de los escritos acerca de este tema informan de que su auténtico origen se «pierde en la noche de los tiempos».
Afortunadamente, por una vez, éste no fue el caso. Los estudiosos que investigaron en busca del libro más antiguo del mundo acerca de los perros, descubrieron que fue escrito por un agrónomo romano llamado Columela, que vivió a mediados del siglo I d. de C. Daba instrucciones respecto a que, a los cachorros de cuarenta días, se les debía cortar la cola a mordiscos, y descubrirles los tendones para protegerlos de la rabia.
Esta extraordinaria precaución se basaba en el error de creer que la rabia la originaban gusanos que se encontraban en el interior del cuerpo del perro. Si se mordía y cortaba la cola del chucho, sobresaldrían los tendones, con el aspecto de un racimo de relucientes gusanos blancos. Fueron estos tendones de siniestro aspecto la causa de la pérdida de millones de rabos de cachorrillos de perro en los siglos siguientes.
A medida que pasó el tiempo, se expusieron nuevas razones para dejarlos en su forma original; pero, en aquel estadio, el acto de eliminar la cola ya se había extendido como una práctica habitual de la cría de perros. Al igual que muchas tradiciones, fue lo bastante fuerte como para sobrevivir a su propósito original.
Las desventajas de cortar la cola son bastante obvias. Deteriora gravemente el importante sistema canino de señalización con ella, tan vital en los encuentros sociales de los perros.
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