sábado, 5 de marzo de 2016

DOMINANCIA EN ANIMALES

¿Qué Hace que un Individuo sea Dominante?

Desde los principios de la etología, siempre ha existido un interés especial en averiguar en que se diferencian dominantes y subordinados, y cuáles son las características que hacen que un individuo sea dominante sobre otros (e. g., Schein, 1975). Entre los distintos factores analizados, se ha visto que los machos son generalmente dominantes sobre las hembras, los adultos sobre los jóvenes, los animales de mayor tamaño sobre los más pequeños, y los que ya están familiarizados con una zona con respecto a los recién llegados. La cosa, sin embargo, es más complicada que todo esto.

Así, por ejemplo, los machos o los animales adultos son mayores que las hembras o los jóvenes, de modo que ya no sabemos si la mayor dominancia de un macho es debida a que es macho, o a su tamaño. Para intentar averiguar qué factor es más importante, se han realizado correlaciones múltiples paso a paso intentando relacionar todas estas variables entre sí: el resultado de estas correlaciones fueron que el factor más importante es el tamaño, seguido de la familiaridad con la zona, la edad, y finalmente el sexo (Ketterson 1979). Podemos afirmar por tanto, que al menos para las especies que han sido estudiadas, los machos son más dominantes no por ser machos, sino por ser de mayor tamaño (ver, sin embargo, Arcese y Smith, 1985, y Piper y Wiley, 1989; Ritchison, 1985; Hogstad, 1993; Senar et al., 1993, son algunos ejemplos de que el tamaño no siempre determina dominancia).

Además de las características fenotípicas, el genotipo también puede tener su importancia para determinar el estatus de un individuo. Varios estudios han demostrado así que los hijos de individuos dominantes son también dominantes. Estudios recientes, sin embargo, enfatizan que el ambiente en el cual un individuo se desarrolla, tiene más importancia que el factor hereditario (Westman, 1990). En sus experimentos con Carboneros comunes (Parus major), y de forma resumida, Westman intercambió huevos entre parejas de distintos grados de dominancia, y al observar el subsiguiente grado de dominancia de los juveniles vio que éstos eran más parecidos al de la pareja adoptiva, especialmente la hembra, que no al de sus verdaderos padres. Los resultados fueron interpretados en el sentido de que las hembras dominantes buscaban alimento de una forma más eficiente y cuidaban mejor a sus hijos que las hembras subordinadas, presentando esos individuos por tanto, mejores características para competir, aunque la posibilidad de algún tipo de aprendizaje tampoco debe descartarse (Westman, 1990).
¿Qué Hace que un Individuo sea Dominante?

Desde los principios de la etología, siempre ha existido un interés especial en averiguar en que se diferencian dominantes y subordinados, y cuáles son las características que hacen que un individuo sea dominante sobre otros (e. g., Schein, 1975). Entre los distintos factores analizados, se ha visto que los machos son generalmente dominantes sobre las hembras, los adultos sobre los jóvenes, los animales de mayor tamaño sobre los más pequeños, y los que ya están familiarizados con una zona con respecto a los recién llegados. La cosa, sin embargo, es más complicada que todo esto.

Así, por ejemplo, los machos o los animales adultos son mayores que las hembras o los jóvenes, de modo que ya no sabemos si la mayor dominancia de un macho es debida a que es macho, o a su tamaño. Para intentar averiguar qué factor es más importante, se han realizado correlaciones múltiples paso a paso intentando relacionar todas estas variables entre sí: el resultado de estas correlaciones fueron que el factor más importante es el tamaño, seguido de la familiaridad con la zona, la edad, y finalmente el sexo (Ketterson 1979). Podemos afirmar por tanto, que al menos para las especies que han sido estudiadas, los machos son más dominantes no por ser machos, sino por ser de mayor tamaño (ver, sin embargo, Arcese y Smith, 1985, y Piper y Wiley, 1989; Ritchison, 1985; Hogstad, 1993; Senar et al., 1993, son algunos ejemplos de que el tamaño no siempre determina dominancia).

Además de las características fenotípicas, el genotipo también puede tener su importancia para determinar el estatus de un individuo. Varios estudios han demostrado así que los hijos de individuos dominantes son también dominantes. Estudios recientes, sin embargo, enfatizan que el ambiente en el cual un individuo se desarrolla, tiene más importancia que el factor hereditario (Westman, 1990). En sus experimentos con Carboneros comunes (Parus major), y de forma resumida, Westman intercambió huevos entre parejas de distintos grados de dominancia, y al observar el subsiguiente grado de dominancia de los juveniles vio que éstos eran más parecidos al de la pareja adoptiva, especialmente la hembra, que no al de sus verdaderos padres. Los resultados fueron interpretados en el sentido de que las hembras dominantes buscaban alimento de una forma más eficiente y cuidaban mejor a sus hijos que las hembras subordinadas, presentando esos individuos por tanto, mejores características para competir, aunque la posibilidad de algún tipo de aprendizaje tampoco debe descartarse (Westman, 1990).


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